Un barco velero en Roquetas de Mar navega de un modo fácil si el viento entra por la popa, sólo se colocan las velas de forma que queden perpendiculares en la dirección del viento, por ejemplo, abriendo la botavara. Al hacer esto las velas acumulan el viento, el viento acelera las velas y empujan el barco hacia adelante. Es fácil, pero cómo se puede navegar contra el viento.
Existe un principio llamado de Bernoulli, que compara lo que le sucede a una vela con el ala de un avión. El viento circula más rápido por la banda exterior de la vela (la que queda por fuera del barco) y circula más lento por la interior, por donde se hincha la vela. Al ir más rápido por el exterior, no puede empujar con tanta fuerza la vela, mientras que en la parte interior se genera una fuerza más grande contra la vela que compensa el hecho de circular más lento.
Es decir, la vela recibe una fuerza más grande por el lado interior que es la que hace avanzar el velero. El ejemplo más típico es el del paraguas en un día de lluvia y viento cuando, todo y llevándolo plano, entra un poco de viento y notamos que el mango se nos va hacia arriba como si el paraguas se quisiera elevar solo.
Pero en Roquetas de Mar, si sólo interviniera esta fuerza del viento, el barco se desplazaría lateralmente, por ello hace falta una fuerza que compense este abatimiento provocado por el viento. Esta fuerza la obtenemos gracias a la quilla y las orzas, que trabajan contra el agua para resistir las fuerzas laterales provocadas por el viento.
El flujo de aire que se genera alrededor de una vela causa un aumento de velocidad de los puntos de la parte exterior (convexa) de la vela. La presión actúa sobre la vela: imaginando la vela dividida en muchos trozos pequeños, y teniendo en cuenta las contribuciones de la presión que actúa sobre estas pequeñas piezas tanto a barlovento como a sotavento, se obtiene la fuerza resultante del viento que actúa sobre la vela, llamado empuje.
Es importante saber que para iniciar cualquier maniobra a contraviento nunca se debe avanzar de frente. Aunque puede conseguirse que la embarcación avance en la dirección deseada, nunca será un movimiento 100% frontal. El barco dará diferentes bordadas (cambios de dirección) para poder avanzar, a esto se le llama ceñida. Es necesario ladear las velas, al girar ligeramente las velas aprovecharemos el componente perpendicular del viento para ayudarnos a avanzar hacia adelante. Se trata de evitar que el viento impacte frontalmente con las velas, lo cual impediría avanzar sin la ayuda de motores.